Los manzanos del campo están florecidos,
llenos de colores como tu vestido.
El Oso Goloso se emociona al verlos,
seguro que los frutos ya puede comerlos.
Busca pronto su canasto para poderlo llenar,
y deliciosas manzanas poder disfrutar.
Escuchó un día a alguien asegurar
que “una manzana cada mañana,
mantiene siempre la vida sana”.
Imaginó entonces que si mucha comía
muy seguramente nunca enfermaría.
Rosa la Osa encontró al nieto Goloso
con los cachetes rojos y muy sudoroso.
Más de diez manzanas se había comido
pensando en lo que un día dijo su amigo.
“¡Ay, mi niño, qué exageración!
Tantas manzanas dan congestión.
Si lo que querías era no enfermar
con una bastaba, no hay que exagerar”.
“¡Ay, Abuela, la lección he aprendido!
Por comer tantas tantas, que mal me he sentido.
De ahora en adelante seré más prudente
y con una manzana será suficiente”.